Una nueva Feria Internacional del libro de La Habana y Aurelia Ediciones se enorgullece en esta vigesimoséptima edición de su segundo Gran Premio por el uso de materiales reciclados en la construcción del stand. La idea de reutilizar elementos para crear otros novedosos, a la vez que procura la toma de conciencia hacia el cuidado del medioambiente, permite innovar, apreciar y valorar los objetos.
Prevenir el desuso de materiales potencialmente útiles y reducir el consumo de nueva materia prima han sido preocupaciones latentes en las últimas décadas. Sin embargo, no tienen la atención que merecen, si bien en algunas ocasiones por desconocimiento, en muchas por falta de cuidado. La madera, recurso no renovable, se explota hoy aceleradamente, pues además de ser un material de gran valor estético, ofrece cualidades como resistencia, fuerza y maleabilidad.
Debido a eso, se fabrican soportes para cargamentos de variados pesos en ese material, conocidos como palés, los cuales, en los últimos años han estado de moda en algunas vertientes del diseño de interiores, sobre todo en Europa. Camas, mesas, sillas, entre otros tipos de muebles, están siendo empleados en una tendencia que procura, mediante la sencillez, ser también amigable con el entorno.
Un ejemplo sui géneris fue el empleo por parte de Aurelia Ediciones, por partida doble, de los palés. Estos soportes han sido y aún en la actualidad son frecuentemente utilizados como bases para diferentes cargas en varias vías de transporte. En este caso fueron los que trasladaron los libros de la editorial a través del océano, y fueron reempleados para darle vida a un animado y cómodo espacio para que clientes y visitantes pudieran apreciar las novedades de la editorial en 2018.
El stand estuvo conformado por un primer espacio que daba la bienvenida a nuestros lectores, seguido de un guardabolsos y el área de pago. Más adelante se encontraban dos tipologías de expositores, una sobre el suelo, haciendo uso propiamente de su primera concepción como base, y otra elaborada como estantes en los que exhibían las colecciones Iroko, dedicada al estudio de la cultura afrocubana y Guerriller, que versa sobre la fotografía de la épica revolucionaria, así como también los volúmenes de la línea de narrativa. Al fondo del local se levantó una “pared”, también conformada por el mencionado recurso que dividía un área menor reservada como almacén.
Un ambiente rústico, pero divertido, que llamaba la atención de sus visitantes, fue el resultado del diseño del stand de este año. La calidez propia de la madera fue el complemento ideal para los libros, que recordaron su origen común.